Cuando yo era muy joven en Perú, mi madre solía llevarme de compras para nuestras comidas semanales a los mercados locales. La gente los llama ahora mercados ecológicos. Mamá tenía sus "caceras" favoritas, el propietario o el trabajador en el quiosco, que le guardaba la mejor fruta o los camarones más grandes y frescos. De puro hábito, mamá negociaba con sus "caceras" por el precio perfecto, hasta por unos pocos centavos menos. Siempre fue un precio pactado en el lugar.
Han pasado los años y los supermercados han reemplazado muchos mercados en Perú. Cuando viajo por camioneta por todo el Perú, me detengo en los mercados que encuentro en el camino. Pero ahora, yo soy la que pide rebaja y tomo fotografías.
Muchas mujeres trabajan en los mercados y en chacras. Desde muy temprana edad sus hijas aprenden el mismo oficio. Estas mujeres son las empresarias y las que ganan el pan de cada día. Son mujeres exitosas que cumplen ambos papeles, el rol tradicional de reproducir y de producir para su hogar.
Aunque a estas mujeres se les vea todos los días en los mercados, en la calle como vendedoras, en las tiendas minoristas como propietarias y trabajadoras, o en las chacras, ellas permanecen invisibles en esta sociedad. Trabajando como fotógrafa documental en Perú, he vivido en comunidades donde las mujeres trabajan en chacras y después de un largo día de trabajo, vuelven a casa en la oscuridad para prepararle la comida a su familia y asegurarse de que sus hijos tengan su tarea escolar lista para el día siguiente. Creo que la mayoría de estas mujeres no valoran su papel en el hogar o en la sociedad.
Estas fotografías son mi manera de brindarles el valor que ellas merecen. Sus importantes funciones como miembro de la familia, a menudo la cabeza de la familia y como importantes contribuyentes a la economía del Perú.